lunes, 13 de marzo de 2017

1. Autoconocimiento y Identificación de emociones

La primera parte de esta asignatura consistía en organizar actividades para poner en práctica nuestras habilidades sociales, nunca mejor dicho. Para ello, nos dividimos en grupos según el tipo de inteligencia con el que nos sentíamos identificados.
En cada clase se llevaba a cabo una de las actividades propuestas por cada grupo y era dirigida por sus integrantes. Antes de empezar la clase, nos invadía una gran incertidumbre sobre lo que nos tocaría hacer el jueves a última hora, pero al igual que en el resto de las pruebas realizadas por otros compañeros nos pareció muy interesante.
La clase consistía en escribir en unos papeles la continuación a las siguientes frases:
-Me siento triste cuando…
-Siento miedo cuando…
-Siento rabia cuando…
Era totalmente anónimo y para inspirarnos más, y debido a que la actividad estaba organizada por el grupo de inteligencia musical, nos pusieron una canción que provocaba dichas emociones. Posteriormente teníamos que echar los papeles a un sobre, y luego los repartíamos entre los compañeros, quienes por rondas íbamos leyéndolos uno a uno en voz alta. Nos pareció buena idea esta dinámica ya que es más fácil leer y poner voz a las emociones de otros que a las nuestras propias, pero resultó muy interesante ya que casi todos sentíamos las mismas emociones ante situaciones similares.
Sorprendentemente, conforme transcurría la clase, cada vez más compañeros nos atrevíamos a participar en la actividad de forma voluntaria, algo que no es habitual debido a los obstáculos que nosotros mismos nos ponemos a la hora de hablar en público. Cada uno que se animaba a participar contaba por qué motivo sentía miedo, rabia o tristeza ante una situación determinada y el profesor nos daba su razonamiento sobre por qué dichas emociones aparecen en esas situaciones.
Estamos de acuerdo en que es complicado poner nombres a nuestros sentimientos y emociones, pero también lo estamos en que es muy importante saber identificar los nuestras propias para poder entender los de los demás y mostrar empatía, hacia los usuarios por ejemplo, en nuestro futuro como trabajadores sociales.
A modo de conclusión nos gustaría añadir y comentar que la práctica resultó muy entretenida y sorprendente al ver que en el fondo, por muy diferentes que parezcamos unos de otros a primera vista, sentimos las mismas cosas y podemos ponernos en la piel del otro para facilitarle nuestra ayuda y comprensión. Solo de esta manera conseguiremos desarrollar nuestra habilidad empática y lograremos proporcionar una ayuda efectiva.




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