La primera parte de esta
asignatura consistía en organizar actividades para poner en práctica nuestras
habilidades sociales, nunca mejor dicho. Para ello, nos dividimos en grupos
según el tipo de inteligencia con el que nos sentíamos identificados.
En cada clase se llevaba a cabo
una de las actividades propuestas por cada grupo y era dirigida por sus
integrantes. Antes de empezar la clase, nos invadía una gran incertidumbre
sobre lo que nos tocaría hacer el jueves a última hora, pero al igual que en el
resto de las pruebas realizadas por otros compañeros nos pareció muy
interesante.
La clase consistía en escribir en
unos papeles la continuación a las siguientes frases:
-Me siento triste cuando…
-Siento miedo cuando…
-Siento rabia cuando…
Era totalmente anónimo y para
inspirarnos más, y debido a que la actividad estaba organizada por el grupo de
inteligencia musical, nos pusieron una canción que provocaba dichas emociones. Posteriormente
teníamos que echar los papeles a un sobre, y luego los repartíamos entre los
compañeros, quienes por rondas íbamos leyéndolos uno a uno en voz alta. Nos
pareció buena idea esta dinámica ya que es más fácil leer y poner voz a las
emociones de otros que a las nuestras propias, pero resultó muy interesante ya
que casi todos sentíamos las mismas emociones ante situaciones similares.
Sorprendentemente, conforme transcurría
la clase, cada vez más compañeros nos atrevíamos a participar en la actividad
de forma voluntaria, algo que no es habitual debido a los obstáculos que
nosotros mismos nos ponemos a la hora de hablar en público. Cada uno que se
animaba a participar contaba por qué motivo sentía miedo, rabia o tristeza ante
una situación determinada y el profesor nos daba su razonamiento sobre por qué
dichas emociones aparecen en esas situaciones.
Estamos de acuerdo en que es
complicado poner nombres a nuestros sentimientos y emociones, pero también lo
estamos en que es muy importante saber identificar los nuestras propias para
poder entender los de los demás y mostrar empatía, hacia los usuarios por
ejemplo, en nuestro futuro como trabajadores sociales.
A modo de conclusión nos gustaría
añadir y comentar que la práctica resultó muy entretenida y sorprendente al ver
que en el fondo, por muy diferentes que parezcamos unos de otros a primera
vista, sentimos las mismas cosas y podemos ponernos en la piel del otro para facilitarle
nuestra ayuda y comprensión. Solo de esta manera conseguiremos desarrollar
nuestra habilidad empática y lograremos proporcionar una ayuda efectiva.
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