domingo, 26 de marzo de 2017

3. La entrevista diagnóstica

 En esta ocasión, la práctica duraba dos semanas.
La semana pasada el profesor nos planteó la actividad: teníamos que pensar una situación en la que un usuario con una problemática social (drogadicción, ludopatía, bullying, maltrato, etc.) acudía a los Servicios Sociales a solicitar ayuda a un trabajador social.
En nuestro caso, elegimos el tema de la ludopatía. Paula era la usuaria y Verónica la trabajadora social. Entre las tres pensamos las preguntas que la trabajadora social le haría a la usuaria para poder indagar en el caso y conseguir evitar las violaciones del lenguaje que explica el metamodelo: la eliminación del sujeto, generalización y distorsión (tergiversación del lenguaje).
El primer día solo dio tiempo a que lo representaran dos grupos, y el profesor, sin que nadie se lo esperara, dio un giro a la práctica y nos dijo que iba a salir un profesional de un grupo y un usuario de otro. De esta manera el juego de rol sería más real ya que el trabajador social no sabe qué problemática tiene el usuario al que va a atender.


Esta semana lo hicimos el resto de grupos y fue muy interesante, ya que surgían situaciones imprevistas que había que resolver de manera improvisada, pero siguiendo siempre las pautas que debe seguir un trabajador en una primera entrevista para indagar en el caso y recabar información básica sobre la situación del usuario. Lo habitual en el primer contacto con el usuario es que se muestre cerrado, a la defensiva, que generalice, y que se sienta solo en su situación. Nuestro objetivo es romper esta barrera que se crea y conseguir que se abra y nos cuente abiertamente todo lo que piensa o sienta acerca de su problemática.


Pero para conseguir esto, no solo tenemos que cuidar nuestro lenguaje verbal ya que también comunicamos con el cuerpo y la mirada. En esto es en lo que quería el profesor que nos centráramos y nos corrigió los fallos que cometíamos. Por ejemplo, habíamos grupos en los que la trabajadora social se sentaba de una forma que parecía que no le interesaba mucho la entrevista, en otros casos se sentaban demasiado cerca del usuario lo que puede parecer un poco agobiante para éste.
En otros casos lo hicieron muy bien y la postura era la correcta ya que parecía que mostraban interés y el contacto visual era casi continuo y directo. De esta manera se demuestra que estás plenamente atento e interesado en lo que la otra persona te está contando.
En otros casos, la mirada era intermitente y en ocasiones miraban hacia la mesa, lo que puede demostrar desinterés o incomodidad.


Consideramos que el resultado fue positivo, ya que realmente nos vimos en situaciones bastante parecidas ante las que nos tendremos que encontrar en un futuro. Así es como realmente se aprende a manejarlas y a hacer sentir al usuario lo más escuchado y cómodo posible. 

miércoles, 15 de marzo de 2017

2. Yo como usuario/usuaria



En esta sesión hemos trabajado con el concepto de ayuda, concretamente la relación de ayuda. La práctica consistía en que cada persona recordase alguna experiencia personal en la que haya  tenido una relación de ayuda con algún profesional. Cada persona anotaba esa experiencia, indicando cómo se realizó, los sentimientos que le causaron el tratar con esa persona, el motivo por el que solicitar en aquel momento dicha ayuda… realizando una valoración de dicha relación. 

Al plantearnos el recuerdo de dicha experiencia que hayamos tenido, recordar si nos fue útil dicha ayuda, de si tuvimos sentimientos negativos o positivos… Una vez que teníamos nuestra propia experiencia, la compartíamos con nuestras compañeras de grupo, ayudándonos a expresarla y a sentirnos o no identificadas con las historias de los demás. Para terminar, elegíamos la historia que finalmente íbamos a compartir con la clase. 

Nosotras elegimos la historia de una compañera que había tenido una mala experiencia en cuanto a la ayuda que recibió en un ámbito médico. Todo empezó con un simple catarro que fue a más y desembocó en una faringitis, tras semanas de reposo y antibióticos, resultó que el dolor de garganta no tenía comparación con el dolor que empezó a sentir en el estómago. Al estar semanas enferma, se encontraba muy débil para acudir a su médico de cabecera, por lo que solicitó el servicio a domicilio. 

El primer encuentro de ayuda fue con la enfermera que acudió a su casa. Tras explicar sus sintómas, no recibió ningún diagnóstico claro, ni ninguna solución médica, además de comentarios que quitaban importancia a su dolor dejándolo como una simple exageración. Por lo que la ayuda médica era nula y además le hizo sentir mal y ignorada. Con el paso de los días ese dolor iba a más provocándole delirios debido a que no era capaz de beber ni comer por miedo a que incrementase ese dolor, llegando a ser, como explica ella, un dolor insoportable. 


La segunda visita que recibió a casa, para explicar que su situación estaba agravándose, no mejoró el trato de la misma enfermera, que nada más entrar por la puerta de la casa, realizó frase irónicas de que estaban viniendo repetidas veces, tras la segunda oscultación tampoco pudo decirle lo que realmente estaba ocurriendo. Su peso estaba bajando, los delirios aumentaban y el dolor  no cesaba por lo que, aunque ese trato que estaba recibiendo era muy desagradable, solicitó la visita una tercera vez, y no fue diferente aquel trato. En aquella visita, comparó que el dolor que estaba sintiendo, era minúsculo comparado con un parto, palabras textuales ‘Si te duele, ya parirás’ y como última posible solución que le dio, fue acudir a Urgencias. 


Tanto la chica como su familia no le dio gran importancia, puesto que estaba por delante la preocupación por el estado actual de su hija. Dos días después decidieron acudir directamente a Urgencias, donde fue hospitalizada de urgencia, porque la perdida de peso le había echo comenzar un proceso de deshidratación. El trato que recibió en el hospital fue amable durante la semana que estuvo ingresada, además de ayudarla con su estado de salud, recibió un trato mucho más agradable y delicado. Por lo tanto, de esta experiencia podemos obtener una experiencia muy negativa en torno a la relación de ayuda que estamos trabajando.

lunes, 13 de marzo de 2017

1. Autoconocimiento y Identificación de emociones

La primera parte de esta asignatura consistía en organizar actividades para poner en práctica nuestras habilidades sociales, nunca mejor dicho. Para ello, nos dividimos en grupos según el tipo de inteligencia con el que nos sentíamos identificados.
En cada clase se llevaba a cabo una de las actividades propuestas por cada grupo y era dirigida por sus integrantes. Antes de empezar la clase, nos invadía una gran incertidumbre sobre lo que nos tocaría hacer el jueves a última hora, pero al igual que en el resto de las pruebas realizadas por otros compañeros nos pareció muy interesante.
La clase consistía en escribir en unos papeles la continuación a las siguientes frases:
-Me siento triste cuando…
-Siento miedo cuando…
-Siento rabia cuando…
Era totalmente anónimo y para inspirarnos más, y debido a que la actividad estaba organizada por el grupo de inteligencia musical, nos pusieron una canción que provocaba dichas emociones. Posteriormente teníamos que echar los papeles a un sobre, y luego los repartíamos entre los compañeros, quienes por rondas íbamos leyéndolos uno a uno en voz alta. Nos pareció buena idea esta dinámica ya que es más fácil leer y poner voz a las emociones de otros que a las nuestras propias, pero resultó muy interesante ya que casi todos sentíamos las mismas emociones ante situaciones similares.
Sorprendentemente, conforme transcurría la clase, cada vez más compañeros nos atrevíamos a participar en la actividad de forma voluntaria, algo que no es habitual debido a los obstáculos que nosotros mismos nos ponemos a la hora de hablar en público. Cada uno que se animaba a participar contaba por qué motivo sentía miedo, rabia o tristeza ante una situación determinada y el profesor nos daba su razonamiento sobre por qué dichas emociones aparecen en esas situaciones.
Estamos de acuerdo en que es complicado poner nombres a nuestros sentimientos y emociones, pero también lo estamos en que es muy importante saber identificar los nuestras propias para poder entender los de los demás y mostrar empatía, hacia los usuarios por ejemplo, en nuestro futuro como trabajadores sociales.
A modo de conclusión nos gustaría añadir y comentar que la práctica resultó muy entretenida y sorprendente al ver que en el fondo, por muy diferentes que parezcamos unos de otros a primera vista, sentimos las mismas cosas y podemos ponernos en la piel del otro para facilitarle nuestra ayuda y comprensión. Solo de esta manera conseguiremos desarrollar nuestra habilidad empática y lograremos proporcionar una ayuda efectiva.